Dunque quella prassi silenciosa, sacrale, direi quasi monastica, di fissare uno dopo l’altro i segni sulla tela senza dare a essi un significato, costituiva pur sempre un modo di raccontare il mondo, la memoria del rapporto dell’uomo col mondo, ció che hanno raccontato le arti di tutti i tempi e di tutti i popoli, ogni volta secondo le loro conoscenze.
Giorgio Griffa1
En la “Apologie à Guillaume de Saint Thierry » San Bernardo de Claraval 1124 crítica los excesos de la orden de Cluny y aboga por el retorno a los fundamentos de la Regla de San Benito (V d.c) basados en la obediencia, la humildad y el espíritu del silencio. La arquitectura cisterciense expandida en el S. XII por Europa recogerá los principios promulgados por San Bernando en ejemplos sobresalientes como Santa María de Bujedo de Juarros.
La abadía cisterciense de Bujedo de Juarros fundada en la segunda mitad del siglo XII, se dedicó a la vida monástica durante más de 650 años hasta la llegada de la Desamortización de Méndizabal en 1835. Tras muchos años de abandono sus ruinas fueron restauradas con fidelidad - en 1981 el proyecto recibió el prestigioso premio Europa Nostra -.
Giorgio Griffa: materia spirituale es el tercer proyecto que la Galería Rafael Pérez Hernando realiza en su programa de Bujedo. En él se produce el mágico encuentro de la depuración, el ritmo y el silencio característicos de la vida monástica, con la obra de Giorgio Griffa (1939, Turín).
En 1968 Griffa abandonará la figuración para centrarse en la investigación en torno al signo, como lenguaje ancestral e universal de la pintura: “el gesto antiguo y primordial significa abrazar al menos los últimos diez mil años de memoria, contaminar el tesoro inmenso e inestimable de la tradición, trayéndolo al presente” 2. El ritmo está en la repetición de los signos como primer instrumento para el conocimiento, conectándonos con el espacio y el tiempo a través de la secuencia de éstos. Los signos siempre iguales y siempre diferentes por la condición humana e imperfecta del vehículo que las ejecuta -la mano-, son una metáfora del devenir de la vida y la naturaleza.
En un acto de resistencia para su tiempo en el que el arte conceptual y povera representaban las tendencias artísticas imperantes, Griffa se aferra a su convicción y defensa de la pintura como vehículo artístico para profundizar en cuestiones de índole filosófica y humanista. El acto pictórico como puente entre el pasado y el presente, multifacético, en comunión y dialogo constante con el espectador, con figuras como Giotto de referencia.
El regreso a las fuentes ancestrales y primigenias del lenguaje de símbolos se desarrolla de forma orgánica sobre el lienzo. La tela natural, libre de los límites del bastidor, se extiende sobre el suelo del estudio del artista como una bóveda celeste que alberga constelaciones, mitos, leyendas y sabiduría milenaria. Griffa reconecta en ese ritual de baile sobre el lienzo, con la sabiduría y tradición milenaria, aunando a su vez oriente con occidente.
El silencio traducido en su pintura por la contención y los vacíos, coexiste con un ritmo que parece surgiera desde ese mismo silencio. Se trata de un ritmo creador basado en los ritmos de la tierra y de la música, conviviendo y yuxtaponiéndose sin límites hasta el infinito.
Tras deambular por la mística sencillez de la nave principal de Santa María de Bujedo de Juarros en un camino de recogimiento y silencio, se encuentra en el transepto Dioniso due obra histórica de Giorgio Griffa. Hermana gemela de la pieza creada por el artista para la Bienal de Venecia de 1980, pertenece a la serie “Transparenze”. Dioniso due nos traslada hacia un universo de fragmentos construidos con transparencias en el que como si de una sinfonía musical se tratara, los signos se yuxtaponen, conectan, nutren y cofunden. Esta pieza al igual que los signos -elemento vertebrador de la obra de Griffa-, es siempre la misma, pero nunca igual, al presentarse de forma diferente en cada uno de los lugares en los que se muestra.
El universo mutante y fluido de Dioniso due conecta del otro lado del transepto con la proporción aurea en Spirale 2023. El numero áureo es un referente importante en el trabajo de Griffa como símbolo de la perfección en el universo y la naturaleza, de condición infinita, como infinitas son las obras de Griffa, carentes de límites, de principio o final. Sus telas libres del bastidor y del marco se desarrollan sin fin. Spirale a su vez conduce la mirada hacia una puerta en el transepto que pareciera llevarnos a nuevos caminos. Senderos que al igual que la proporción aurea, continúan para siempre girando alrededor de lo desconocido hasta el final de los tiempos.
En la antigua cilla del monasterio, Nurkoszop 2019 perteneciente a la serie Shaman exhibida en la 34 Bienal de Sao Paulo de 2021, conecta mágicamente con la repetición y el ritmo de los signos de la puerta mozárabe de comienzos del año 1500. El Shaman murmura palabras incomprensibles. Esta serie iniciada alrededor de 2010 incorpora la palabra como signo, las palabras devienen signos, imágenes en un lenguaje universal más allá de la lingüística. Los pliegues del lienzo recogen la historia de éste concediéndole su carácter más escultórico. La tela suspendida en la pared, sus pliegues como huella, marca del paso del tiempo y del devenir de la obra, conectan a su vez con los tapices franceses y belgas del XVI y XVII de esta exposición en la abadía de Santa Maria de Bujedo de Juarros.
El catálogo de la 34 Bienal de Sao Paulo conecta en la misma doble página a dos grandes maestros del arte italiano del siglo XX Griffa y Morandi (1890-1964). Ambos artistas tienen una conexión profunda en su práctica artística y vital. Morandi vivió y desarrolló su carrera artística centrada en una misma temática: sencillos bodegones domésticos que sin embargo le permitieron evocar planteamientos existenciales. Giorgio Griffa desde hace cincuenta años realiza una práctica artística fuera de todo sistema y tendencia, aferrada a sus impulsos, convicciones y esto representa su mayor obra y legado. El cuerpo de trabajo producido desde los años 60 constituyen las piedras de un camino de integridad, consecuente consigo mismo y con su obra. Un "statement” vital.
Griffa menciona recurrentemente en sus escritos a la figura del antihéroe, como contraposición admirada y contemporánea frente la figura mitificada y ensalzada del artista creador. Él se considera un mero transmisor del legado milenario y universal de los signos, que a través de su cuerpo sobre el lienzo, su mano y colores recoge sobre la tela. Sin embargo la coherencia de sus principios en el transcurso de una trayectoria artística al margen de los cánones de su época y coetáneos, le erigen como un héroe humano y espiritual, liberado de las condicionantes y ataduras inherentes a la jerarquía y al poder.
Pia Ogea
1 Griffa undici cicli di pittura. 2021 Ed. Allemandi 2 Giorgio Griffa. Galeria Rafael Pérez Hernando 2010